5 razones por las cuales no debemos ceder en la Reafirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, las Islas del Atlántico Sur y el Sector Antártico Argentino
En este tipo de fechas, es común escuchar algunas voces que se levantan cuestionando la importancia de seguir persistiendo en la recuperación de la soberanía sobre “unas pequeñas islas sin relevancia, perdidas en el medio del Atlántico Sur”. Es por ello que resulta pertinente desglosar algunos de los aspectos de carácter económico, político y social (los más importantes, pero no por ello los únicos) por los cuáles la Causa Malvinas resulta importante para los argentinos aún hoy y, sobre todo, con miras al futuro.[1]1. El conflicto de soberanía no se reduce simplemente al territorio terrestre del archipiélago de las islas Malvinas, sino que abarca una masa territorial y marítima de vastas proporciones y que representa cerca de un tercio del territorio nacional.
Cuando hacemos referencia al conflicto de soberanía existente con Gran Bretaña, constituye un grave error limitar tal controversia a la relativamente pequeña superficie territorial que abarcan las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. El territorio argentino que se encuentra ocupado ilegalmente por Gran Bretaña no sólo se limita a la superficie territorial de dichas islas, sino que involucra también sus espacios marítimos circundantes (que incluyen el mar adyacente a las islas, así como su lecho y subsuelo marinos), e incluso el acceso y la posibilidad de reclamar territorialidad sobre otros sectores geográficos de enorme relevancia y perspectiva mundial como, por ejemplo, la Antártida.
La superficie terrestre del archipiélago de las Islas Malvinas, junto a las Georgias y Sandwich del Sur ronda aproximadamente los 15.800 km2. Sin embargo, si tenemos en cuenta la proyección de sus respectivos espacios marítimos, comprenden aproximadamente 2.500.000 km2. En total, el territorio ilegítimamente ocupado en la actualidad por Gran Bretaña ronda los 3.000.000 de km2. Ahora bien, la Argentina informó oficialmente a la comunidad internacional, a través de la presentación efectuada en abril de 2009 ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental,[2] que nuestro país tiene carácter bicontinental y su territorio totaliza cerca de 10.400.000 km2 de espacio terrestre y marítimo.[3] Por ende, si de los 10.400.000 km2 que comprende el territorio argentino, cerca de 3.000.000 km2 permanecen actualmente bajo control ilegítimo de Gran Bretaña, significa que nuestro país tiene cerca de un tercio de su territorio bajo dominio de una potencia extranjera y extracontinental. Por lo tanto, la controversia va mucho más allá de “unas pequeñas islas sin importancia perdidas en el medio del Atlántico Sur”.
2. El espacio territorial y marítimo en disputa posee una gran relevancia geopolítica y permite el control sobre enormes cantidades de recursos de carácter estratégico.
En los últimos años, el espacio que rodea a las islas Malvinas ha adquirido notoriedad mediática por el reinicio de las exploraciones petroleras, motivadas por las altas expectativas de hallar yacimientos de crudo comercialmente viable en la región. Sin embargo, los recursos hidrocarburíferos existentes tanto en las aguas adyacentes al archipiélago malvinense como en el continente Antártico constituyen tan sólo uno (y no necesariamente el más importante) de los numerosos y diversos recursos de carácter estratégico presentes en la región. Así, es importante resaltar la presencia en la región de:
- Gran riqueza de recursos Ictícolas donde destacan, ya sea por su abundancia o por su importante valor comercial, la Merluza, el Bacalao y, particularmente, el Calamar y el Krill.
- Importantes Yacimientos Minerales, principalmente en el continente antártico, entre los que destacan cuarzo, cobre, hierro, carbón, platino, oro, plata, zinc y estaño.
- Un área potencialmente promisoria de importantes yacimientos de los denominados Nódulos Polimetálicos[4] se encuentra ubicada a lo largo de la costa oeste de la Península Antártica así como en los fondos oceánicos que rodean a las Islas Malvinas. Pero más allá de los nódulos polimetálicos, existen en los fondos oceánicos una gigantesca variedad y cantidad de recursos minerales que si bien en la actualidad no pueden ser explotados en forma masiva (como consecuencia de la dificultad y enormes costos que reviste su extracción), a medida que los avances tecnológicos permitan una mayor actividad extractiva en los fondos marítimos, su importancia y demanda será creciente.
- Existencia de enormes reservas de agua dulce, un recurso estratégico vital, cuyo valor y preponderancia será creciente en el futuro, a medida que la demanda de agua potable apta para el consumo humano se incremente (como consecuencia del crecimiento poblacional y los efectos del Cambio Climático Global) y genere presiones cada vez mayores que pueden llegar a derivar en conflictos y enfrentamientos por el acceso a dicho recurso. En este marco, que la Antártida albergue más del 80% de las reservas de agua dulce del planeta le otorga al continente una preponderancia estratégica fundamental para el futuro de la humanidad, ya que existe un consenso generalizado a nivel global con respecto a la importancia y prioridad de este recurso como elemento crítico y estratégico del Siglo XXI.
En cuanto a la relevancia geopolítica de la región, cabe destacar que la misma no sólo está dada por la posibilidad de exploración, explotación y control efectivo de los recursos de carácter estratégico mencionados anteriormente, sino también por el rol que esta región juega (y puede llegar a jugar en el futuro) en el tablero geoestratégico mundial.
Indudablemente, uno de los aspectos que le confieren mayor relevancia geoestratégica a esta región (y en ella, a las Islas Malvinas, por su ubicación estratégica) es, por un lado, su carácter de pasaje interoceánico entre el Atlántico y el Pacífico y; por el otro, la proyección que se puede realizar a través de ella no sólo sobre el continente antártico, sino también sobre otro pasaje inter-oceánico de fundamental relevancia como lo es aquél entre el Atlántico y el Índico.[5] Finalmente, no puede dejar de mencionarse la enorme relevancia geoestratégica que adquirirían las Islas Malvinas ante un eventual cierre, clausura o ataque al Canal de Panamá, una de la principales “yugulares” del comercio mundial.
3. La presencia de Gran Bretaña en la región constituye una Hipótesis del Conflicto para el país, y una verdadera amenaza a la seguridad tanto nacional como regional.
En la actualidad, el gobierno argentino afirma que el país carece de Hipótesis de Conflicto que amenacen su seguridad. Sin embargo, esto dista mucho de ser verdad. Tras la guerra de 1982, el Reino Unido inició un creciente proceso de militarización del archipiélago malvinense que implicó un incremento y reequipamiento tanto de las fuerzas militares como de las unidades de combate estacionadas en las islas. De tal magnitud ha sido este proceso de militarización a lo largo de las últimas décadas que, en la actualidad, se conoce a la base militar británica desplegada en las islas como “la Fortaleza Malvinas”. La misma cuenta con una fuerza militar conjunta compuesta por elementos navales, terrestres y aéreos, y se sustenta principalmente en la guarnición militar de Mount Pleasant (Monte Agradable), la mayor base militar del hemisferio sur del continente y cuyas capacidades y dimensiones evidentemente exceden el mero rol disuasivo. La presencia tan cercana a las costas argentinas de semejante fuerza militar que incluye un importante número de efectivos, aeronaves, embarcaciones y dispositivos militares de última tecnología y gran poderío ofensivo/defensivo, representa una evidente amenaza a la seguridad del país.
¿Acaso la existencia en la región de una sofisticada base militar con un enorme y poderoso contingente de las fuerzas armadas de una de las principales potencias militares del mundo, con la cual existe un conflicto de soberanía pendiente y con el que el país ya ha entrado en guerra en anteriores ocasiones; y cuyo accionar consiste en tomar decisiones unilaterales evitando el diálogo pacífico y haciendo oídos sordos a las resoluciones de Naciones Unidas, no representa al menos, una latente (pero real) hipótesis de conflicto?
Claro está que esta amenaza no se limita sólo a la Argentina, ya que el resto de los países sudamericanos, y principalmente los del Cono Sur, se hallan en una situación de similar vulnerabilidad frente a las capacidades militares británicas desplegadas en el Atlántico Sur. Y si bien en la actualidad no se vislumbra, entre el país anglosajón y la Argentina o algún otro país sudamericano, ningún posible conflicto de tal grado y magnitud que pudiera llegar a derivar en una confrontación bélica abierta o incluso en una invasión británica al continente; la simple existencia de semejante base militar a una distancia tan cercana al cono sur del continente no puede dejar de representar una virtual amenaza, sobre todo si se tiene en cuenta la gran riqueza del continente americano en cuanto a recursos naturales y energéticos se refiere.
4. La Cuestión Malvinas constituye una causa de enorme valor simbólico, fuertemente arraigada en nuestra cultura popular y, a su vez, una herida abierta (aún no cicatrizada) en la historia socio-política del país, sobre todo tras la Guerra de 1982.
La Cuestión Malvinas antecede y sucede al conflicto bélico de 1982: desde 1833 esta Causa se ha ido insertando en la cultura socio-política del país y ha estado constantemente presente en el imaginario popular de la nación a lo largo de su historia. La misma se encuentra tan fuertemente arraigada en la cultura popular del país que ni siquiera el fuerte proceso de desmalvinización orientada hacia el silencio y el olvido que se apoderó de la sociedad argentina a partir de la posguerra, logró acallar su valor simbólico y su poder unitivo. En palabras de Julio Cardoso:
“De distintas maneras, hace ya casi dos siglos que Malvinas se viene reeditando en nuestra contemporaneidad. Se trata, realmente, de un fenómeno poco común. En la historia del país no son tantos los hechos, las personalidades o las formas culturales que han conseguido inscribirse en la memoria popular de un modo semejante. (…)
(…) A lo largo de la historia, esa Causa ha venido proporcionando motivos, significados y orientación para esta aventura siempre abierta de hacernos a nosotros mismos, una comunidad, un país, una patria. Por eso permanece encendida. Porque es vivida como una fuente proveedora de sentido, como uno de esos territorios simbólicos donde la comunidad se asegura el constante nacer y renacer de “un decir” y “un sentir” para ella misma, siempre disponible para alumbrar después como pensamiento, como acción y como proyecto”.[6]
Son numerosas y muy diversas las formas y expresiones simbólicas en las que el fuerte vínculo de la sociedad argentina con la Causa Malvinas se manifiesta en nuestra cultura popular e imaginario colectivo. Vale la pena destacar, sólo por nombrar un par de ejemplos que grafiquen esta realidad, los numerosos gestos de valentía y apoyo de los combatientes y de la sociedad argentina durante el conflicto bélico de 1982, y la masiva presencia de la Causa Malvinas en la geografía nacional (tanto a nivel local, como regional y nacional). Así, llevan nombres relacionados con la Causa innumerables calles de todos los pueblos y ciudades del país, plazas, plazoletas, monumentos, monolitos, escuelas, salones sindicales, centros culturales, centros de salud, clubes, estadios, cines, auditorios, teatros aeropuertos, municipios y multitud de complejos habitacionales en Bahía Blanca, Cipoletti, Balcarce, Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, San Luis, Monte Grande, Puerto Iguazú”[7] y cualquier otra ciudad o poblado rural del país, por pequeño que este sea.
“Después de San Martín y de la gesta sanmartiniana, la Causa de Malvinas debe ser la memoria más nombradas del país. Evidentemente, en todos estos años, el pueblo ha ejercido de un modo vigoroso su poder de Nombrador, construyendo sobre todo el territorio nacional una verdadera topología de la Causa. Lo cual tiene una significación extraordinaria porque no ha sido escrito por las elites de poder, ni por los núcleos académicos o intelectuales, ni por la alta dirigencia política, ni por el personal político del Estado. Ha nacido lentamente desde abajo, por impulso de la comunidad. Pensemos entonces que esto se ha repetido por miles y miles de casos en todas partes, a pesar y en contra de un contexto francamente desmalvinizador, lo cual multiplica el significado político que subyace a la voluntad del Nombrador, que decidió con esta topología dejar en claro que esa Causa está en un lugar central de su memoria”.[8]
Así, y si bien ha ido adquiriendo diversas características de acuerdo a los diferentes períodos históricos, la Causa Malvinas persiste fuertemente en nuestra cultura e imaginario popular, y difícilmente podrá ser erradicada, sobre todo a partir de la guerra de 1982.
Los más de 600 argentinos caídos en batalla constituyen, tal vez, la herida abierta más profunda del conflicto en la sociedad argentina. Y si bien la recuperación de la soberanía no les devolverá la vida a nuestros caídos, el no renunciar a conseguir dicho objetivo y reafirmar nuestros derechos históricos sobre los territorios en disputa, al menos cumple el objetivo de honrar la Causa por la que dieron su vida.
5. La Causa Malvinas tiene el potencial de constituirse en una Causa Unitiva tanto Nacional como Regional.
Por lo expresado en el punto anterior y por el amplio consenso que genera al interno de la sociedad argentina, la Causa Malvinas presenta una fuerte capacidad unitiva a nivel nacional que debe ser tenida en cuenta y aprovechada. Esta es, tal vez, una de las pocas Causas realmente nacionales que permiten construir nuestra identidad como nación y que a la vez, tienen el potencial de generar amplios consensos y adhesiones en cuanto a los pasos a dar y las medidas a implementar tendientes a alcanzar un determinado objetivo. Posibilitando, a su vez, la conformación de verdaderas Políticas de Estado, tan reclamadas por la sociedad argentina en la actualidad; lo cual puede ser replicado en otros ámbitos y espacios de la vida política del país. En momentos en que la sociedad argentina se encuentra en cierta medida dividida y fragmentada, la existencia de causas y motivaciones que permitan unir, cohesionar y aglutinar a la sociedad en torno a determinados puntos en común, se vuelven realmente necesarios e importantes.
A su vez, desde la primer década del Siglo XXI ha quedado demostrado que la Causa Malvinas también tiene un fuerte potencial para constituirse en una causa unitiva de los países latinoamericanos. Constituye, efectivamente, una Causa común de esa Patria Grande latinoamericana que en el transcurso de estos últimos años ha comenzado a cohesionarse y reunificarse en torno a una historia cultural común, tras décadas de fragmentación y disgregación. Hoy en día, como parte de un proceso de construcción identitaria, los pueblos de América Latina pueden, y deben, reconocerse como un mismo colectivo regional con características, problemas y amenazas comunes.
Y en este proceso hacen falta causas unitivas como la de Malvinas, que tienen el potencial de cohesionar posiciones en torno a una amenaza común a la región: la presencia de una potencia extra-regional que plantea una verdadera Hipótesis de Conflicto a nivel regional y que sólo podrá ser contrarrestada a través de la unión de los países latinoamericanos. El tratamiento del tema y los pronunciamientos realizados últimamente en la gran mayoría de las reuniones de organismos de carácter regional como la UNASUR, la CELAC, el Grupo de Río, el Mercosur y la OEA, entre otros, dan cuenta de ello y representan un avance promisorio.
En este sentido, la Causa Malvinas no es una causa nacional de los argentinos, sino que es una causa sudamericana o más bien latinoamericana.
Para finalizar, no debe dejar de mencionarse que la reinvindicación de los territorios en disputa constituye, desde el año 1994, un deber de todo ciudadano argentino en base a lo que establece la Constitución Nacional de nuestro país en su Disposición Transitoria Primera. En virtud de la misma:
“La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
El autor es Licenciado en Relaciones Internacionales (UES21).