Dos extécnicos de la Fuerza Aérea, Freddy Torres Mendieta y Víctor Orejuela Gómez, integraron la comitiva de aviones Mirage que llegaron a Río Gallegos para colaborar. En diálogo con Cadena 3, destacaron la hermandad binacional.
20/11/2025 – www.cadena3.com

FOTO: Freddy Torres Mendieta y Víctor Orejuela Gómez, en la entrevista con Sergio Suppo.
¿En abril de 1982, dónde estaban ustedes? ¿Qué hacían? ¿A qué se dedicaban?
Freddy Torres Mendieta: Mi nombre es el técnico inspector en retiro, Freddy Torres Mendieta. El año 1982 yo me encontraba en el Grupo Aéreo número 6 Chiclayo, sede de las aeronaves Mirage M5P. Ya sabíamos que se había iniciado un conflicto en la zona de las Malvinas, y estábamos pendientes y nos comenzamos a movilizar hacia las bases de la zona sur. Esto se hizo para evitar cualquier problema que podríamos tener con los vecinos del sur, Chile, y poder contrarrestar cualquier inconveniente que hubiera contra nosotros o contra Argentina.
Víctor Orejuela Gómez: La Fuerza Aérea del Perú se movilizó hacia la base de La Joya, una base muy estratégica que tenemos al sur, colindante prácticamente con Chile. Sabiendo que Chile aprovecha cualquier inestabilidad en el continente para sacar provecho, nuestra misión era proteger nuestro espacio peruano. Además, en colaboración con la hermandad que siempre ha existido con Argentina, si veíamos que se movilizaban hacia el lado de ustedes, nosotros también íbamos a intervenir.
¿Cómo se enteraron ustedes ahí en la base que tenían que venir a la Argentina con los Mirage?
Freddy Torres Mendieta: Después de estar varios días en la base, prácticamente desde que empezó el conflicto, el presidente Belaúnde, un tipo muy pacífico, resultó [impulsando] un programa de paz. Pero llegó un momento en que el 2 de mayo se produce el hundimiento del Belgrano. En ese momento, Belaúnde dice: “Hay que apoyarlos”, ya que había sido solicitada esa ayuda. Nosotros [decidimos apoyar] con 10 aviones Mirage. Previo a la salida de los aviones Mirage, salió un avión con 13 técnicos para dar la instrucción del avión que no era conocido [en Argentina]. Acá ustedes tenían el M3 y nosotros el M5, un poquito más avanzado. Esta era una misión ultra secreta que inclusive el personal de la base donde estábamos no sabía. Los aviones se pintaron en Perú, no acá [en Argentina] como a veces se piensa. Salieron pintados y se les dio la numeración de los aviones que habían sido derribados acá. Nosotros salimos previamente hacia Jujuy, los 10 aviones en escuadrilla de cinco y cinco. Los recibimos en Jujuy y de ahí salimos rumbo a Tandil, que fue la base en la provincia de Buenos Aires, y posteriormente [llegaron] los Mirage.
Víctor Orejuela Gómez: Haciendo una retrospectiva, teníamos conocimiento de que Chile ya había movilizado sus aeronaves en la parte fronteriza. Por eso dijimos: vamos a prepararnos. En un momento, nos apartaron de toda la base, nos dijeron: “Usted no se comunique con nadie, está prohibido”. Nos rodearon comandos para evitar cualquier contacto. En los hangares nos sorprendió ver unos aviones pintados con la bandera argentina y con el número de serie cuatro. Nosotros los aviones de caza los tenemos con el número uno. No sabíamos que íbamos a ir, solo nos dijeron. Reconocimos que esos aviones eran los nuestros, pero ahora tenían la bandera argentina. Los jefes a cargo indicaron que todo lo que se requiriera para un vuelo largo debía instalarse: sistema IFF para identificación amigo-enemigo y sistemas de detección. También que los sistemas de radio estuvieran apagados y con una frecuencia especial para la comunicación de los pilotos con las torres de control.
Sus familias no sabían nada. ¿Cuándo les dicen que se van a la Argentina?
Víctor Orejuela Gómez: La familia estaba en Chiclayo, todos pertenecíamos al Grupo Aéreo número seis. En mi caso, que vivía en la vía civil, mi esposa nunca supo de mi ausencia hasta unos días antes del retorno.
Freddy Torres Mendieta: Nos dijeron: “Preparen las aeronaves, los transmisores, receptores y los misiles que van a ir con los aviones”. Yo pensé que hasta ahí era mi labor. Estando cansados por el frío tremendo en La Joya, nos despiertan para una reunión. Viene el general del comando de operaciones y nos dice: “Señores, ustedes han sido nombrados para una misión. El que quiera ir, va. Van a ir a Argentina a apoyar. El que quiera dar un paso [atrás], vamos a entender por qué no quiere ir”.
¿La misión era voluntaria?
Freddy Torres Mendieta: Estábamos designados, pero nos dieron la posibilidad de que el que no quería podía dar un paso adelante. Ninguno [dio el paso atrás]. Gritamos la arenga: “¡Viva Perú! ¡Viva Argentina!”. Y nos vamos a combatir. Salimos al siguiente día a las 5.30 de la mañana. Nuestra familia no sabía nada. Salimos volando a gran altura, más de 33.000 pies, para evitar ser detectados por los radares.
Bajaron en Jujuy. Me imagino que en completo secreto.
Víctor Orejuela Gómez: No, no tanto. En el momento en que llegamos y comenzaron a llegar la primera tanda de los cinco aviones, salimos nosotros para atender a las aeronaves. Vimos allí en el aeropuerto banderitas peruanas y argentinas y gritando: “¡Viva el Perú!”. Decíamos: “Oye, ¿cómo esta gente conoce?”. Estaban en la reja fuera del [aeropuerto] y hacían arengas.
¿Cómo se trasladaron los técnicos hacia el sur?
Freddy Torres Mendieta: Quiero recalcar que nosotros no salimos cómodamente sentados. En el avión le pusieron la mayor cantidad de carga bélica, sobre todo misiles. Nosotros nos acomodamos entre la carga. El avión salió del Perú con un vuelo comercial de Aeroperú hacia Ezeiza. Éramos 13 técnicos especialistas en aviones Mirage. En el trayecto, el piloto reportó que tenía un problema eléctrico grave y que tenía que aterrizar sí o sí, antes que [llegara a destino].
Víctor Orejuela Gómez: Le dicen: “Lo único que hay ahí es una base militar, pero vamos a pedir permiso”. Por casualidad, era la base de los [aviones] grandes. Cuando baja la rampa, vimos conscriptos con cajas grandes. Bajaron todo el material que llevábamos nosotros y subieron las cajas [vacías]. Se supone que [el avión] retomaba vuelo porque era un chárter con material electrónico que era comercializado con Argentina. Esa fue la estrategia [para el desembarco].
¿Cuánto tiempo estuvieron en Tandil en primera instancia?
Freddy Torres Mendieta: Estuvimos desde el 5 de mayo que llegamos hasta el 25 de junio. Yo hasta ahora conservo mi pasaje de retorno. Nosotros no salimos sin ninguna identificación o documento. El problema fue cuando regresamos: no nos dejaban entrar al Perú porque no teníamos ningún documento.
¿Fueron después a Río Gallegos? ¿Y esos aviones Mirage fueron utilizados en la guerra?
Freddy Torres Mendieta: Sólo tres de nosotros [fuimos a Río Gallegos]. A los 13 iniciales se sumaron cinco más después, siendo 18 técnicos en total que estuvimos [en Argentina]. Tres fuimos convocados, no obligados, por el comodoro Martínez. Nos dijo: “Necesitamos de su apoyo con un material que ustedes han traído y que no conocemos mucho, para la eficiencia de la utilización”. No, los Mirage peruanos no se llegaron a utilizar [en combate].
Víctor Orejuela Gómez: Hay un mito que dice que los peruanos trajeron sus peores aviones, ya gastados. Eso es una falacia, porque esos aviones eran lo más nuevo que teníamos. Se mandó lo mejor. Lo que pasa es que allá en Perú volaron hasta un determinado año y acá todavía tenían para rato. Esto demuestra que los aviones tenían más horas de vuelo y estaban casi nuevos, con los mejores equipos que en esa época se podían manejar.
Ustedes vivieron muy de cerca el conflicto. ¿Vieron despegues y llegadas de aviones a combatir?
Víctor Orejuela Gómez: Le cuento una [anécdota]: el día que llegamos a Río Gallegos, los tres fuimos a presentarnos al escuadrón aéreo. El jefe no nos recibió porque estaba haciendo un briefing previo a la salida de los aviones de combate. Iban a salir dos aviones Canberra. Después de eso, los pilotos nos saludaron y salieron. Pasó un buen instante y vimos un alboroto. Nos dijeron que uno de los dos aviones había sido derribado y el otro estaba retornando a la base. Esa fue la primera impresión que tuvimos en Río Gallegos.
Freddy Torres Mendieta: Tenía que hacerse varias adaptaciones a partes del Mirage, porque había cosas compatibles con los Dagger, pero otras no. Por ejemplo, el Mirage tenía más autonomía de vuelo. Podía ir y regresar sin repostar demasiado, mientras que el Dagger sí necesitaba repostar en el aire para poder llegar a la parte continental. Además, el Dagger no tenía un microturbo de presión para arrancar la turbina principal. Los Mirage tenían ya el microturbo incorporado y no necesitaban eso.
¿Cuál era su rol específico con el armamento?
Freddy Torres Mendieta: Nosotros hemos ido con los misiles AS-30. Yo estaba encargado de la parte de la programación de los misiles AS-30, tanto el transmisor como el receptor. El transmisor lo tiene el piloto en el mando, y el receptor lo tiene en el mismo misil.
Víctor Orejuela Gómez: Yo estaba a cargo de todo lo que era el ensamblaje, porque el misil viene en dos partes, en dos contenedores. Había que ensamblarlo, ponerle la carga principal, el iniciador, colgarlo en el avión y ponerlo en las condiciones para que pudiera hacer toda la parte electrónica. El tercer compañero que no ha venido, Carlos Rojas Morales, era el mecánico de avión que veía toda la estructura. Dejamos armados como tres aviones listos casi para salir. Yo me encargué de la instrucción, tanto del personal técnico como de los pilotos, para el manejo y el guiado en la parte electrónica. Hicimos la modificación e instalamos [el equipamiento], por eso fue un mecánico de avión, para que él viera la configuración, dónde se podía colocar, porque hay pods especiales.
¿Cómo los trataron los argentinos en Río Gallegos y en Tandil?
Víctor Orejuela Gómez: Tuvimos una acogida tremenda. Cuando llegamos a Tandil, no alcanzamos alojamiento en el edificio de habitaciones, entonces nos mandaron a un gimnasio que lo habían preparado con colchones en el suelo, y vivimos con los argentinos todos los días. Llegaban en la noche helicópteros y aviones con heridos, con muertos. Nosotros nos levantábamos con ellos y veíamos cómo lloraban por sus camaradas, y a nosotros nos corría la [emoción]. Vivimos prácticamente la [guerra]. Nosotros ya habíamos vivido un conflicto un año antes con Ecuador (Falso Paquisha), así que ya veníamos con experiencia.
¿Son conscientes del profundo cariño que los argentinos tienen hacia ustedes por el apoyo en la guerra?
Víctor Orejuela Gómez: Quiero hacer hincapié en una cosa: todos los militares estamos formados para defender nuestro territorio hasta el sacrificio, pero en ningún momento nos dicen que vamos a hacer eso con otro país. Sin embargo, nosotros vivimos ese momento y no tuvimos ningún reparo en colaborar con ustedes, tanto en vender los aviones como cuando nos convocaron para ir al teatro de operaciones. El comodoro Martínez nos dijo: “Donde van está propenso a que los ataquen y pueden tener problemas”. Pero nosotros dijimos: “Hemos venido a apoyarlos y los apoyamos hasta el [final]”.
Freddy Torres Mendieta: Sí. Más que todo, quiero mencionar la camaradería entre todos los que pertenecemos a ese sistema de armas. Cada año, los que servimos en la plataforma Mirage nos reunimos, oficiales y personal técnico. Ese objeto inanimado nos une hasta ahora. Donde vamos, el cariño que nos tienen los argentinos es inmenso. Justo yendo al hotel, un señor me miró la casaca, que tiene unos parches, y me dijo: “Usted es de Perú y las Malvinas, gracias, hermano”. Me abrazó en medio de la vereda. Ese es el gesto que llevamos, que nos quieren donde sea. Hemos ido a Buenos Aires y nos han dado un agasajo en Tandil con todos los veteranos.
¿Han sido declarados por Argentina veteranos de guerra?
Freddy Torres Mendieta: Sí. En el 2019, el 8 de noviembre, el Comando Conjunto de la Fuerza Armada Argentina, la Fuerza Aérea Argentina y el embajador de Argentina en el Perú nos dieron una condecoración. Pero el primero de mayo de este año , el gobierno argentino ya nos ha reconocido como veteranos de guerra y como combatientes.
Entrevista de Sergio Suppo.