El 12 de abril partió el Regimiento de Infantería Mecanizada 6 a Malvinas. Hace años que los propios veteranos, a puro pulmón, para esa fecha se dan cita, junto a los familiares de los caídos, para recordar a los que ya no están y mantener viva la llama de Malvinas.
14 Abr, 2024 – www.infobae.com
Veteranos y familiares se agolparon en las instalaciones del antiguo regimiento. La lluvia obligó a realizar el acto a cubierto
Algunos dicen que fue una misa de campaña y otros que solo rezó una oración. A 42 años, aquellos soldados del regimiento de infantería 6, al escuchar las palabras del padre Carbone, tomaron conciencia de que iban a la guerra. Los estaba bendiciendo y algunos interpretaron que lo que el cura hacía era dar la extremaunción, y que los estaba preparando para la peor.
En ese momento se tomó dimensión hacia dónde iban.
Desde mediados de los 90, veteranos de esa unidad, tanto soldados, como suboficiales y oficiales se reúnen para evocar esa fecha, donde el líder y el referente que es casi reverenciado es el general Jorge Halperín, que en octubre cumplirá 87 años. En 1982 era un teniente coronel que era jefe del regimiento.
La placa que estaba en la tumba del soldado Balvidares se exhibe en la plazoleta donde está emplazado el monumento de Malvinas
El 12 de abril de 1982 el 6, que entonces tenía su asiento en la ciudad de Mercedes, era una verdadera romería, entre la multitud de soldados conscriptos clase 62, suboficiales, oficiales, con la plaza de armas llena de equipos, cajas con provisiones y municiones, órdenes, gritos, y una mezcla de algarabía, ansiedad y mucha expectativa.
Ese lunes fue un día que los soldados lo recuerdan como particularmente soleado, porque los rayos del sol se reflejaban en el escapulario de la Virgen de Luján y del Sagrado Corazón que les repartieron ese día, se lo habían colocado al costado del casco y producían extraños reflejos.
Les habían repartido el equipo y las carpas. Sabían que estaban por ser movilizados al sur. Muchos de ellos habían sido dados de baja y en los primeros días de abril fueron nuevamente convocados. Les preocupaba quedarse en el continente y no cruzar a las islas.
El 22 de junio de 1982 los soldados regresaron al regimiento. Fueron retratados por el fotógrafo Rubén F. Varela (Fotografía Rubén F. Varela)
Pasadas las dos de la tarde traspusieron en camiones el portón del cuartel, donde se habían agolpado sus familias. Fueron despedidos mientras sonaba la Marcha de Malvinas. Los conscriptos que estaban exultantes no comprendían los rostros de tristeza de algunos de sus padres, que ocupaban los alrededores del regimiento, ahora donde se levanta una plazoleta que lleva el nombre del regimiento, donde hay un monumento a Malvinas rodeado de once mástiles que homenajean a cada uno de los caídos de ese regimiento. En el medio la Virgen de la Merced, el viejo mástil que estuvo en el cuartel entre 1915 y 1981 y además se exhibe la placa de granito negro de Soldado argentino solo conocido por Dios, que marcaba la tumba del soldado Balvidares, cuyos restos fueron reconocidos años después.
El 12 a la noche llegaron a El Palomar, muchos en el viaje se la pasaron cantando. Al día siguiente pisaron suelo malvinense.
La reunión anual ya es un clásico, donde los veteranos concurren con sus familias y además están presentes los familiares de los caídos. En esta oportunidad, en el acto oficial, estuvieron presentes las bandas del regimiento de Patricios “Tambor de Tacuarí”, a cargo del mayor Daniel Moreno, y la de Gendarmería, a cargo del alférez Edgardo Arce, que es la del Instituto de Capacitación Especializada Cabo Juan Adolfo Romero, asesinado el 18 de Abril de 1964 en las inmediaciones de Orán, en un enfrentamiento con terroristas del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) durante la Operación «Santa Rosa».
Hubo entregas de pequeños mástiles con banderas para los familiares de los caídos y además, como ocurre todos los años, se otorga una estatuilla a veteranos del 6 -en tandas anuales- y a aquellas instituciones o individuos que a su manera contribuyen a difundir la temática Malvinas. Este año fue reconocido Infobae por las notas realizadas sobre historias de los soldados del 6 en la guerra.
Todo es a pulmón, y lo que las donaciones o colaboraciones de instituciones oficiales o de particulares no alcanza, el dinero sale del bolsillo de los propios veteranos. Al finalizar el acto formal, previo pago de un modestísimo cubierto, se ofrece locro, bebidas y pastelitos.
Las bandas militares de Patricios y de Gendarmería se fusionaron en una para ejecutar el Himno Nacional y la Marcha de Malvinas
La gigantesca operación culinaria estuvo bajo la batuta del Principal Gustavo Verteramo, conocido por todos como “el tano”, que en Malvinas se las tuvo que ingeniar para alimentar a los soldados. En esta oportunidad, estuvo asistido por el suboficial mayor Pérez, el ex soldado Duffau, el cabo primero Armando y su hermano, Patricio -hijo del coronel Mario Albérico Moyano, teniente primero en la guerra- más cinco aspirantes a cocineros de Gendarmería.
Prepararon cinco ollas de locro -que lo empezaron a cocinar el día anterior- para darle de comer a unas 600 personas. Verteramo recordó que en la guerra siempre había algo para comer. Si bien al comienzo se servían dos comidas, luego se recortó a un desayuno y una comida abundante, luego debió optarse por un desayuno y una comida más restringida y en los últimos días de la guerra, consumieron una comida por día. Evocó lo trabajoso que era cocinar con turba húmeda a la que se embebía en kerosén blanco. Para entonces, no había quedado en pie empalizada, cerco o puerta de madera en pie en Puerto Argentino.
Además de la comida, todos los comensales participaron de sorteos de mates, cuchillos, tablas de madera y mástiles con banderas, todo adquirido durante el año con el esfuerzo económico de los propios organizadores.
Los últimos toques antes de servir el locro a centenares de comensales
En el ambiente flotaba el imborrable recuerdo de los caídos, no solo los del regimiento 6 sino también de los del Escuadrón Alacrán, unidad comando de Gendarmería, arma que actualmente ocupa el cuartel.
Los caídos
En las primeras horas del 14 de junio, el último día de la guerra, fue cuando se produjeron la mayoría de las bajas del 6. Ellos son los soldados Héctor Guanes, el primer fallecido que tuvo el regimiento; Jorge Luis Bordón murió a las 7 de la mañana del 14 en Tumbledown, luchando contra la Guardia Escocesa; Sergio Omar Azcarate murió producto de un bombardeo, cuando se replegaba del Monte Williams; Ricardo Luna, cayó en el combate de Tumbledown; Walter Ignacio Becerra, también murió en Tumbledown; Juan Domingo Horisberger falleció en la mañana del 14; Juan Domingo Rodríguez fue abatido por una ráfaga de ametralladora; Horacio José Echave cayó junto a Balvidares producto de la artillería inglesa. El sargento ayudante Eusebio Antonio Aguilar es el único riojano fallecido y enterrado en Malvinas y junto al sargento ayudante Edgar Ochoa, de especialidad cocinero, fallecieron a causa del mismo proyectil.
Los caídos de Gendarmería, todos del Escuadrón Alacrán, fueron el primer alférez Ricardo J. Sánchez; el sub alférez Guillermo Nasif; sargento ayudante Ramón G. Acosta; los cabos primero Marciano Verón y Víctor S. Guerrero; cabo Carlos M. Pereyra y el gendarme Juan Carlos Treppo.
Como todos los años, los veteranos desfilaron al son de la Marcha de Malvinas
El cierre del acto estuvo a cargo del general Halperín, que se acercó al estrado con un paso tranquilo y seguro, sabiendo lo que iba a decir y su audiencia esperando escuchar lo que evoca todos los años en esas reuniones, que comenzaron a ser una efeméride obligatoria desde que se retiró hace 28 años.
Recordó que el 20 de junio del año anterior le había tomado el juramento a la bandera a sus soldados en la plaza de Chivilcoy y ayer, como ocurrió más de cuarenta años atrás, volvió a repetir ese juramento, con un increíble vozarrón, que fue respondido al unísono por sus soldados de siempre.
La vestimenta con consignas malvineras fue el común denominador en la reunión en Mercedes
Luego, los veteranos desfilaron. Al frente, Ángel Cuello, sargento en Malvinas, llevó el estandarte del regimiento. Al final, un brindis y una despedida que es corta, porque ya anunciaron la próxima reunión para el segundo sábado de abril del año que viene. Para recordar, homenajear a los que ya no están y estar nuevamente juntos, como esa mañana soleada de abril de 1982.