Apuntan a las prospecciones sísmicas como factor que reduciría el calamar en Malvinas

El experto en pesca del Atlántico Sur César Lerena apunta a que el calamar loligo “es especialmente sensible a vibraciones acústicas”

Mauro Borrazás – Publicado: 28 Ago 2025

César Lerena, experto en pesca en el Atlántico Sur.

Las causas tras la escasez de calamar loligo en Malvinas los últimos años están en el centro del debate. Encima de la mesa, posibilidades como la sobrepesca en aguas internacionales o cuestiones vinculadas al cambio climático, que afecta a su reproducción y a las corrientes. Sin embargo, César Lerena, experto en pesca en el Atlántico Sur, ex secretario de Estado de Argentina y presidente del Centro de Estudios para la Pesca Lationoamericana, apunta también al posible impacto de prospecciones sísimicas vinculadas a la industria de hidrocarburos en este caladero gestionado por Reino Unido, un territorio todavía en disputa por parte de Argentina, que reclama su soberanía.

¿Qué considera que está pasando con el calamar loligo en el Atlántico Sur, sobre todo en Malvinas, en los últimos años?

En los dos últimos años, se ha evidenciado una preocupante disminución en las capturas del calamar Loligo gahi en las aguas de las Islas Malvinas. Según las estadísticas del gobierno ilegal de Malvinas, luego de una captura de 101 mil toneladas en 2022, estas cayeron a 69 mil toneladas en 2022 y a 49 mil en 2024, notándose una especial caída de julio a octubre y hay una gran incertidumbre con lo que ocurra en 2025, donde las capturas se encuentran en observación.

Se plantean diversas hipótesis que alcanzan a una eventual sobreexplotación del recurso hasta una influencia referida al cambio climático; pero, también, ha aparecido en el escenario un posible impacto de las exploraciones sísmicas offshore vinculadas a la industria de hidrocarburos.

Se habla de varias posibles razones para la caída de capturas: sobrepesca, presencia masiva de flotas extranjeras en aguas internacionales, el cambio climático, actividad petrolera… ¿Cuál cree usted que pesa más?

No podemos descartar sobrepesca en las aguas de Malvinas ya que entendemos que en esa explotación no están dadas las garantías para asegurar capturas sostenibles, tanto porque no se realizan las investigaciones integrales tratándose de un ecosistema único del atlántico suroccidental, donde interactúan recursos migratorios originarios de la ZEE continental argentina y los que explotan buques extranjeros de diversas nacionalidades en alta mar, adyacente a la ZEE citada.

En cuanto al impacto de directo de las exploraciones petroleras sobre las especies marinas, los efectos reportados de las ondas sísmicas son diversos y graves y la disminución sostenida de las capturas en Malvinas desde el inicio de las prospecciones sísmicas en la región coincide con estas alteraciones, lo que refuerza la hipótesis de un vínculo causal que debe ser estudiado rápida y profundamente y, de persistir las caídas de las capturas aplicar preventivamente el principio de precaución.

Por cierto, no puede dejar de evaluarse la precariedad de las licencias que otorgan ilegalmente los isleños ya que por un lado se efectúan trasgrediendo la Resolución 31/49 de las Naciones Unidas y por el otro lado el Reino de España ha reconocido la soberanía argentina de Malvinas, al reconocer formalmente a la Confederación Argentina como una nación soberana e independiente, renunciando a cualquier pretensión de soberanía sobre los territorios que formaban parte del antiguo Virreinato del Río de la Plata en el “Tratado de Reconocimiento, Paz y Amistad” del 21 de septiembre de 1863, firmado en Madrid, de modo tal que debe considerarse ilegal la pesca que realizan los buques españoles en Malvinas y por lo tanto, sujeta a las precariedades que están situación implica en materia de asegurar la sostenibilidad de los recursos en la región.

Recientemente hizo especial referencia a las prospecciones de hidrocarburos. ¿Por qué el calamar sería especialmente vulnerable a las exploraciones de petróleo en el mar?

Efectivamente, como nos hemos referido se han reportado hay diversos efectos negativos que pueden considerarse graves provocando cambios importantes en la vida y disponibilidad de las especies, tales como alteraciones en el comportamiento, desorientación, estrés, reducción de la alimentación y de la capacidad de reproducción. En el caso específico del calamar Loligo, se ha demostrado que es especialmente sensible a las vibraciones acústicas debido a su sistema nervioso y órganos sensoriales (como el estatocisto). Estas alteraciones pueden generar cambios en su distribución, disminución de su eficiencia alimentaria, interferencias en el desove y abandono de zonas de reproducción.

Las exploraciones petroleras implican el uso de ondas sísmicas para detectar yacimientos en el subsuelo marino, y estas podrían estar afectando los estadios larvales y juveniles del calamar, alterando su ciclo biológico. En 2024, la situación en Malvinas fue tan crítica que se decidió no abrir la segunda temporada de pesca de Loligo en Malvinas debido a la escasa biomasa disponible, registrándose el volumen de captura más bajo desde 2016. De igual modo la temporada actual está en revisión y de no ser por los efectos absolutamente negativos sobre las empresas españolas y la economía de las islas es altamente probable que se hubiera clausurado la actividad. No ha habido una caída de las capturas de todas las especies, lo que podría llevar a descartar la sobreexplotación, lo que refuerza la hipótesis de un impacto específico de las ondas sísmicas sobre el Loligo.

¿Hay ejemplos en otros países donde ya se haya comprobado un impacto parecido? Cuestionó los estudios que se hacen para aprobar las exploraciones. ¿Qué fallos principales considera que tienen?

A nivel internacional, se han denunciado situaciones referidas a las exploraciones sísmicas. En países como Noruega, Sudáfrica, México y Namibia, los estudios ambientales han sido criticados por falta de rigurosidad científica y por ignorar los efectos acumulativos sobre especies vulnerables. La práctica de contratar consultoras “a medida”, que producen informes predecibles y complacientes, ha sido documentada en varias jurisdicciones. Algunos de estos casos han sido judicializados, revelando una creciente preocupación por la validez y utilidad de estos estudios.

Además del Loligo, otras especies como la merluza, el bacalao y el atún también han mostrado respuestas adversas ante las prospecciones sísmicas: daños en órganos auditivos, mortalidad en etapas larvales, y cambios en los patrones migratorios. Hay casos documentados en Noruega, el Mar del Norte, el Golfo de México y Australia que han reportado reducciones de hasta el 80 % en algunas capturas tras las actividades sísmicas. También se han observado caídas de hasta el 60 % en el zooplancton, base de la cadena trófica marina.

Nosotros hemos observado repetidamente lo que entendemos como una falta de adecuados Estudios de Impacto Ambiental (EsIA) tanto en las exploraciones petroleras que realiza el Reino Unido a 220 km al norte de Malvinas en el yacimiento “León Marino” (Sea Lion) a través de las empresas británica Rockhopper Exploration e Israelí Navitas Petroleum; como la licitación argentina de más de 200 mil km2 de áreas en la zona austral y frente a la ciudad de Mar del Plata en 2019.

Hemos también revisado los Estudios de Impacto Ambiental realizados para las empresas Shell y Equinor y entendemos que no estaría garantizado adecuadamente que las actividades sísmicas no afecten negativamente a especies como el calamar Loligo y otras especies migratorias originarias de la Zona Económica Exclusiva continental argentina y del área del archipiélago de Malvinas.

Un cuestionamiento básico se centra en que los EsIA son financiados por las mismas empresas beneficiarias, lo que compromete su independencia. En Argentina, el INIDEP (organismo técnico clave en temas pesqueros) no ha tenido un rol de dirección central ni los recursos necesarios para liderar estos estudios. Por otra parte, los informes producidos carecen de evaluaciones in situ, utilizan referencias desactualizadas, presentan deficiencias metodológicas y no incluyen medidas de prevención, mitigación o compensación. En definitiva, son considerados estudios teóricos y superficiales, diseñados más para cumplir con requisitos burocráticos que para proteger realmente el ecosistema marino.

¿Qué riesgos hay si la situación sigue igual? ¿Se está protegiendo lo suficiente este recurso? ¿Hay perspectivas de que la situación se pueda revertir?

No nos oponemos a la actividad petrolera offshore; pero es necesario que se realice bajo estrictos parámetros de sustentabilidad empresaria y sostenibilidad pesquera. Desde una perspectiva de gestión responsable, proponemos un modelo de evaluación ambiental continua y adaptativa. Los estudios de impacto no deben ser una “fotografía” única, sino un proceso dinámico que permita monitorear y corregir desvíos en tiempo real. Esto es especialmente importante en el caso de especies migratorias, cuya distribución y comportamiento pueden cambiar en función de múltiples factores. La armonización entre la actividad petrolera y la pesca es posible, pero requiere voluntad política, recursos científicos y un enfoque integral.

El modelo noruego, que contempla compensaciones y coordinación entre industrias, puede servir de referencia. Aunque perfectible, representa un punto de partida para entender que ninguna actividad productiva puede desarrollarse a costa de otra, y mucho menos cuando se trata de recursos naturales que sostienen economías regionales, empleo y soberanía alimentaria.

En conclusión, la caída en las capturas del calamar Loligo gahi en Malvinas debe interpretarse como una importante señal de alarma. Las exploraciones sísmicas petroleras no pueden seguir avanzando sin una evaluación seria de sus impactos. Para revertir esta situación se requerirían medidas urgentes, como el fortalecimiento de la investigación; la revisión integral de los estudios existentes; la implementación de monitoreos en tiempo real; la aplicación del principio precautorio de persistir las caídas de las capturas y un diseño de mecanismos de compensación y restauración. Solo así podrá garantizarse un equilibrio real entre el desarrollo energético y la conservación del ecosistema marino y la sostenibilidad de las especies, en beneficio de todas las partes involucradas.