Una semana con el sentimiento malvinense a flor de piel

04/04/2024 – www.elcordillerano.com.ar

Quienes estuvieron el miércoles en la sala Frey del Centro Cívico pudieron ver a un hombre de setenta y tres años agradecer el acompañamiento de sus “hermanos de la guerra” y quebrarse…

Carlos “Bocha” Mazzocchi, en esa jornada, presentó una muestra de fotografías tomadas en Malvinas. Se trata de las ya famosas imágenes que recibió de un inglés que encontró su rollo fotográfico en las islas y, treinta y nueve años después, le envió aquel material.

Junto al Bocha, estaban sus “compañeros veteranos”. 

“Me acompañan y contienen… En realidad, nos contenemos entre todos”, señaló él.

Esa camaradería entre quienes estuvieron en el conflicto bélico del Atlántico Sur resultó evidente durante toda la semana.

El lunes, por ejemplo, se desarrolló una bicicleteada organizada por el excombatiente Edgardo Suárez como una forma deportiva de honrar a los caídos en combate.

Los ciclistas iniciaron la pedaleada en el playón de la terminal de ómnibus y la finalizaron en el Centro Cívico. Allí esperaban a Edgardo varios de sus compañeros veteranos, para darle un abrazo y agradecer a todos los que se sumaron a la propuesta.

Durante la noche del mismo día comenzó la vigilia, con un acto y expresiones artísticas.

A las 0 horas, cuando el Himno Nacional (seguido por la Marcha de Malvinas) dio inicio al 2 de abril, Día del Veterano y de los Caídos, todo fue aún más emotivo.

Los excombatientes eran requeridos sin cesar.

Parecían estrellas de rock tras un recital, buscados por fanáticos y periodistas.

Pero, en este caso, los admiradores, en vez de pedir que les firmaran una remera o un disco, solicitaban una estampa en la celeste y blanca.

Los cronistas, en tanto, no pretendían saber sobre un amorío reciente, sino por el sentimiento eterno hacia aquellos pedazos de tierra rodeados por agua salada.

Fueron protagonistas de la historia, y hoy viven para contarla.

Hubo nenes que se quedaron hasta tarde para poder abrazar a próceres vivientes. Quizá su nombre no sea uno en particular (no son un Belgrano o un San Martín), pero en su conjunto, bajo la denominación de veteranos de guerra, excombatientes o como quieran llamarlos, conforman un todo heroico al que hasta aquellos que menos tienen, esos que deambulan por las noches en busca de algún lugar para dormir menos cruel que la realidad cotidiana, esa madrugada, como tantas otras vigilias, fueron a pasar un rato con ellos al calor de una fogata que representa la llama eterna de los que se fueron (ya sea en batalla o en lo que siguió, tras el regreso al continente). Además, vaya a saber qué imágenes se les pasan por la cabeza cada año a quienes combatieron cuando miran ese fuego, centro del sentir común.

Solo ellos lo saben.

Ya por la mañana del martes, fue el izamiento del pabellón nacional y la colocación de ofrendas a los caídos.

No se pudo realizar el desfile previsto debido al mal tiempo.

Pero, de algún modo, eso, lejos de empañar la jornada, no hizo más que hacerla más malvinense. Porque la lluvia y el viento, en cierta forma, al mirar hacia el lago, asemejaban el paisaje barilochense al de Puerto Argentino.

En diagonal al Centro Cívico, cabe recordar, pronto habrá un museo y memorial dedicado a Malvinas, y el lugar fue escogido, precisamente, por la cercanía que los excombatientes encuentran entre ese sitio y lo que vieron en las islas.

Son días particulares para aquellos a los que les tocó ir a Malvinas en 1982.

Una vez más, solo ellos saben qué sienten… Sobre todo, en esta época del año.