Malvinas: una mirada sobre nuestro patrimonio natural presente en las islas

La conmemoración del Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas invita a continuar generando nuevos enfoques que excedan los históricos reclamos de soberanía nacional sobre el archipiélago cercano, vinculado por naturaleza con el territorio nacional y, particularmente, con la Patagonia.

Publicado el jueves 02 de abril de 2020


En nuestras islas Malvinas y demás islas del Atlántico Sur además de sus singularidades geológicas, se combinan ambientes en los que viven especies, algunas de ellas únicas, que integran el Patrimonio Natural de todos los argentinos y dan cuenta de la continuidad de nuestro territorio continental en esos territorios insulares australes.

Descripción ambiental

En el extremo sur de la Argentina evoluciona una diversidad particular de plantas y animales en ecosistemas y hábitats muy diferentes. Forman parte de tierras continentales, cuerpos de agua dulce, islas oceánicas, costas marinas y el Mar Argentino. Especialmente, la fauna y flora isleña marítima de la Argentina Austral está representada en tres regiones naturales que conocemos como las Islas del Atlántico Sur, el Mar Argentino y la Estepa Patagónica.

La región de Islas del Atlántico Sur comprende los archipiélagos de Malvinas y Georgias del Sur. Estepas achaparradas, pastizales y, en áreas saturadas de agua, turberas, son las que dominan los terrenos rocosos que la caracterizan. De clima oceánico, húmedo y frío, en las islas se destacan las colonias de cría de aves y mamíferos marinos. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en las Georgias del Sur, que albergan multitudinarias colonias de elefante marino, lobo marino de dos pelos antártico, pingüino de frente dorada y pingüino rey, en época reproductiva.

El Mar Argentino incluye las aguas que cubren nuestra plataforma continental la franja litoraleña o costera. Varias aves y mamíferos marinos establecen sus colonias de cría sobre la costa patagónica y las islas del Atlántico Sur, como el pingüino de Magallanes y el lobo de un pelo, albatros, petreles y en sus aguas crecen bosques del alga cachiyuyo. Además, la ballena franca austral encuentra allí áreas para reproducirse. La alta concentración de plancton que abunda mar adentro congrega alrededor de 300 especies de peces y otro tanto de ballenas, delfines y aves marinas.

La Estepa Patagónica se extiende desde los Andes hasta el Atlántico y desde los campos volcánicos de la Payunia, al sureste de Mendoza, hasta los pastizales del norte de Tierra del Fuego. Los suelos pobres, las escasas precipitaciones, las bajas temperaturas, las heladas durante casi todo el año y los vientos no impiden que arbustos achaparrados y pastos ralos cubran la mayor parte de esta región que se destaca por la abundancia de formas de vida exclusivas. La fauna adaptada a esta región está representada por el macá tobiano, la loica común, el yal austral, varias especies de lagartijas, ranas, entre otros.

Rocas y fósiles nos unen
Las rocas de Malvinas revelan muchos puntos en común con el continente

Las rocas más antiguas de las Islas Malvinas que afloran en el Cabo Belgrano al sudeste de Gran Malvina, tienen 1.100 millones de años.

Las Malvinas formaron parte del supercontinente Gondwana que integraban los actuales continentes África, Australia, Antártida, América del Sur y la India. De esos momentos (unos 260 millones de años atrás), quedan en las islas evidencias en forma de fósiles de Glossopteris sp, árboles muy abundantes por entonces, de mediana altura y con alguna similitud con los pinos o araucarias. Estos fósiles también se hallan en los continentes mencionados formados a partir de la fragmentación de Gondwana. En el sector continental americano de Argentina, estos fósiles se hallaron en numerosos sitios como las sierras de la provincia de Buenos Aires y en el noreste de Santa Cruz.

De estos tiempos también se encuentran areniscas marinas portadoras de invertebrados fósiles marinos. Este tipo de fauna fósil, denominada «Malvinocáfrica», cuenta con especímenes encontrados en Sudáfrica y en afloramientos brasileros asociados con otros hallados en Sierra de la Ventana, provincia de Buenos Aires.

Otra singularidad es la presencia abundante de fósiles correspondientes a plantas muy primitivas, como Haplostigma sp y Cooksonia sp, asociadas a floras africanas y consideradas entre las primeras en aparecer sobre las superficies continentales.

Los “diques” de basalto son testimonios de los eventos volcánicos que dieron origen al Océano Atlántico.

Intrusando un relieve bajo y de montañas de poca altura (las más altas apenas alcanzan los 700 metros) se hallan formaciones tabulares, verticales y rectas, conocidas como “diques”, originadas durante el Período Jurásico (hace 200 millones de años) formadas por rocas basálticas. Estas son el resultado del intenso vulcanismo asociado a la apertura del Océano Atlántico y la ruptura de Gondwana.

Durante millones de años el paisaje malvinero tuvo bosques comparables a nuestros bosques patagónicos.

Desde fines del Mesozoico (unos 70 m.a.) hasta el Cuaternario (unos 3 m.a atrás) en las islas se desarrollaron bosques de Nothofagus, árboles similares a cohiues, lengas y ñires de nuestros bosques andino-patagónicos. Actualmente, la existencia de un bosque fósil de unos 7 millones de años en la Isla Remolino es la única evidencia que queda en las islas de estas formaciones boscosas.

Gran parte de la superficie de las islas están cubiertas por turberas similares a las que se encuentran en el Parque Nacional Tierra del Fuego

Tras la última glaciación, que finalizó alrededor de 10.000 años antes del presente (remanente de la cual son los campos de hielos patagónicos) en las islas comenzó un desarrollo de vegetación en depresiones del terreno regadas por el agua de deshielos. Esta combinación de humedad y abundancia vegetal, en particular de musgos, condujo a la formación de pantanos, en los que la lenta descomposición derivó en la formación de turberas. La turba fue y es el combustible que histórica y actualmente emplean los pobladores de las islas.

En las islas se originan nuevas especies de plantas y animales

Actualmente el archipiélago de las Islas Malvinas se encuentra a 490 km del continente Sudamericano y está compuesto por 750 islas. A ella han arribado plantas y animales desde el continente y se han asentado en algunos sectores de las islas. El tiempo, el aislamiento y las dinámicas naturales son la causa de que las especies llegadas a las islas tomen un camino evolutivo diferente al de sus ancestros originando nuevas especies exclusivas. Los ejemplos más conocidos se encuentran entre las aves.

Malvinas actualmente posee dos especies endémicas reconocidas como tales. La ratona malvinera, que vive en pastizales y playas con algas, es una de ellas. Tiene un ancestro común con la ratona que vive en diversos ambientes de toda la Argentina, incluso en ciudades. El quetro malvinero es un pato robusto que habita en las costas rocosas donde busca invertebrados marinos de los que se alimenta. Se emparenta con otras tres especies de quetros de las costas patagónicas. Curiosamente algunos individuos pueden volar y otros han perdido esa capacidad. Otro caso interesante es el del cauquén colorado. Si bien las poblaciones amenazadas de esa especie crían durante los meses cálidos en el sur de Patagonia, migran al sur de la provincia de Buenos Aires en invierno. Sin embargo, las poblaciones de Malvinas permanecen allí todo el año. Varios investigadores consideran que esta especie junto a la de macá común malvinero pueden considerarse especies diferentes a las del continente. Varias especies de aves de Malvinas son consideradas por los investigadores como subespecies de las islas de aves continentales. Por ejemplo, la garza bruja malvinera, el yal austral malvinero, el cormorán real malvinero, la loica común malvinera, y la dormilona cara negra malvinera y el lechuzón de campo, entre otras.

Los avances científicos y estudios genéticos nos permiten identificar las distintas especies, por lo que nos ayuda a comprender mejor los procesos naturales y la biodiversidad de nuestro patrimonio.

El Zorro Malvinero, único mamífero terrestre nativo isleño y el primero de nuestra fauna autóctona en ser extinguido por la actividad humana, tras la ocupación de las islas.

Especie propia de las Islas Malvinas, era el único mamífero terrestre del archipiélago. Llegó a las islas hace unos 16.000 años, en un periodo glacial, en el que los mares de todo el mundo descendieron unos 130 metros haciendo más accesibles las islas para la fauna del continente. Con el transcurrir de los milenios el clima más cálido derritió gran parte de los hielos continentales aumentando paulatinamente el nivel del mar. De esa manera, los ancestros del Zorro Malvinero evolucionaron en las islas, separados del continente.

El zorro malvinero se alimentaba posiblemente de huevos de pingüinos, mariscos, cauquenes, crías de lobos marinos y focas. Para guarecerse del frío cavaba guaridas entre los pastizales densos. Era de una mansedumbre notable, típica de muchas especies que han evolucionado en islas oceánicas. Aunque su aspecto fue semejante en forma y coloración al zorro colorado patagónico, por estudios genéticos recientemente se llegó la conclusión de que su pariente vivo más cercano es el aguará guazú. Uno de sus nombres comunes es “Warrah”, quizás una anglicanización de la palabra Aguará llevado por peones y gauchos de las provincias del litoral argentino durante su instalación en las islas.

El linaje del zorro malvinero culminó en su desaparición definitiva hacia fines del siglo XIX, cuando se cazaron los últimos ejemplares de esta especie. Solo nos quedan restos de unos 12 animales repartidos en museos de Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Bélgica y Suecia.

La nueva conmemoración de esta fecha patria ofrece la oportunidad de interiorizarse desde otras perspectivas con las islas Malvinas para mantener viva la memoria sobre estos territorios insulares que, más allá de cuestiones de soberanía política, guardan una estrecha relación con el continente al que alguna vez estuvieron unidos, a través de la historia natural con numerosos puntos de contacto. Un significativo recordatorio de lo trascendente, en términos propios de la escala natural, que supera ampliamente a la humana.