Las Islas Malvinas y sus archipiélagos circundantes tienen 494 años de historia que oscila entre ocupaciones británicas y reclamos argentinos por la soberanía.
Descubiertas en 1520 por integrantes de la expedición de Hernando de Magallanes, las islas fueron registradas en la cartografía europea con diversos nombres y quedaron dentro de los espacios bajo control efectivo de las autoridades españolas.
A mediados del siglo XVIII, comenzaron a ser objeto del interés de Gran Bretaña y Francia, que aspiraban a contar con un establecimiento estratégicamente ubicado frente al estrecho de Magallanes.
El 3 de enero de 1833 las Malvinas fueron ocupadas por primera vez por fuerzas británicas que desalojaron a la población y a las autoridades argentinas allí establecidas legítimamente, reemplazándolas por súbditos de la potencia ocupante.
En 1965, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció que la situación que atraviesan las Islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur desde 1833, así como los espacios marítimos circundantes, representan un caso especial de colonialismo que debía ser resuelto en negociaciones entre el Reino Unido y la Argentina.
Desde ese entonces, fueron más de 39 las resoluciones de la ONU instando a los gobiernos de ambos países a retomar el diálogo por la soberanía, disposiciones que no fueron acatadas en ningún momento por el gobierno británico.
Del 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982, las islas fueron recuperadas por tropas argentinas, en medio la una dictadura cívico militar que buscó por este medio seguir al mando del país.
Tras un proceso conocido como “desmalvinización”, a partir de 2003, el gobierno nacional comenzó a impulsar la política de recuperación de las islas por la vía diplomática, logrando que esto sea una causa latinoamericana y global contra el colonialismo.
Toda América Latina y el Caribe y numerosos países de todo el mundo se declararon solidarios con la “Cuestión Malvinas”.
La disposición transitoria primera de la Constitución Nacional expresa que la Argentina “ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional”.
Agrega que “la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
Esta disposición es reafirmada por el gobierno argentino en cada organismo internacional o regional al que concurre, llamando al Reino Unido a cumplir con el reiterado llamado a reasumir las negociaciones de soberanía de conformidad con las resoluciones y declaraciones de la ONU y la OEA.